Exposición de Sebastián Boesmi

LEY Y ORDEN

Fecha: Viernes 29 de agosto
Hora 18:30 h
Dirección: Cruz del Defensor 241 – Como llegar  
Texto de sala: Javier Díaz Guardiola 

Web: Info

¡Les esperamos con mucha alegría para celebrar juntos la propuesta artística más reciente de Seba Boesmi!

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afiche orden en el caos
LEY Y ORDEN EN SEBASTIÁN BOESMI
Javier Díaz Guardiola (Esp)

Persona de verbo fluido y conversación distendida, hay una pregunta que, sin embargo, cada vez que se la hacen, si yo fuera Sebastián Boesmi, a mí me pondría en un aprieto. Y no debería ser una cuestión complicada, sobre todo cuando atañe a algo tan básico de su biografía: “Sebastián, ¿de dónde eres?”. Técnicamente, nuestro artista nació en Salta, Argentina, en 1980. Pero su formación se llevó a cabo en la Universidad Nacional de Asunción, en Paraguay (él tiene clarísimo que este es su contexto), completándose después en Nueva York (Art Students League), mientras en la actualidad vive y trabaja en Madrid, España. Entre medias, estancias más o menos amplias en Johannesburgo, en París, en Berlín, en Ámsterdam, en Miami y en Barcelona. Lógico que le cueste definirse. Y lógico que su trabajo verse sobre desplazamientos e identidad.

“Me interesa lo híbrido, lo que escapa a las definiciones rígidas -cuenta-. En este sentido, busco descolonizar lo aprendido, desarmar lo dado, cuestionar lo establecido y cargar de nuevo de significado lo que se da por sentado. A través de mis imágenes reconstruyo narrativas e imagino una dialéctica entre lo que parece fijo y lo que está en constante mutación” (Sebastián Boesmi)

Serie Grafitis Imaginarios

Y en el centro de todo, la pintura (o el dibujo, que es lo que ordena su estructura). Pero también la tecnología. No en vano, la misma pintura es una técnica. Me remite Boesmi a Donna Haraway y Ursula K. Le Guin: “Para usar bien el mundo, para dejar de malgastarlo y de desperdiciar nuestro tiempo en él, tenemos que aprender otras formas de estar y ser en él” (1). Para ambas pensadoras, la elección de la herramienta correcta será capital para nuestra supervivencia o, mejor dicho, nuestra interacción apropiada y en armonía con el mundo y el resto de criaturas que lo pueblan. En este punto, Boesmi me lleva directamente a ‘la cocina' de su obra, a su ‘herramienta', y, en este sentido, me habla del concepto biológico -y también filosófico- de autopoiesis, es decir, la capacidad de todo sistema, especialmente en los seres vivos, de reproducirse a sí mismo y mantener su estructura a lo largo del tiempo. Esto es, es la capacidad del conjunto de generar continuamente sus propios componentes y mantener su identidad a través de procesos internos. ¿Por qué no aplicar eso al proceso pictórico?

            Nuestro interlocutor me confiesa que esta sería su última investigación en torno a la tecnología, su manera de lidiar, por ejemplo, con el empuje de la Inteligencia Artificial, que, obviamente llegó para quedarse. Boesmi está educando a una loRA (o low-rank adaptation), o lo que es lo mismo, un sistema de programación que permite adaptar a modelos grandes fórmulas de aprendizaje automáticas para tareas específicas con el menor número de recursos computacionales. En ‘cristiano': nuestro artista se sirve de la IA para ‘enseñarle' a identificar sus propias pinturas, sus propios trabajos, para que esta, obviamente, no termine pintando como él, pero sí para que le arroje soluciones ágiles, pequeños bocetos, de por dónde podría ir la cosa cuando él mismo se tiene que enfrentar a un problema. Y, obviamente, como humano, él es el que decide en último término si hacer o no caso a la respuesta lanzada.

            ¿Es o no es esto poner cierto orden en el caos? Y, sobre todo, una toma de posición, pues, como anunció McLuhan hará ya unas cuantas décadas, el medio es el mensaje, y cuanto antes ‘hagamos las paces' con unas herramientas que no tienen marcha atrás, antes asumiremos la evidencia. A lo que se suma que la Historia siempre termina dando la razón, y ni la fotografía acabó por matar a la pintura, ni el acrílico al óleo.

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